Todo lo que deberías saber sobre impresoras 3D
Lo cierto es que no ha sido hasta
ahora, de la mano de una verdadera revolución que supone la tendencia maker del DIY,
que las impresoras 3D han llegado al sector del consumo con precios
asequibles, e incluso se han liberado planos para que cualquiera con un poco de
maña sea capaz de construírsela él mismo.
Qué es una impresora 3D
Existen diferentes modelos (que
veremos a continuación), pero todas tienen en común el tratarse de un
dispositivo que, utilizando el método que sea, es capaz de generar capas
de un producto usando un material líquido que se solidifica. Al superponer capa
sobre capa, el resultado final es un producto en 3D.
Como las impresoras tradicionales, las
impresoras 3D necesitan de una carga, siendo lo más habitual usar plásticos ABS
y PLA (aunque en la práctica, se podría usar casi cualquier material, como
piel genética o geles inyectables de células vivas para impresión de tejidos
humanos). Cada carga sale al mercado con un precio entre 24 y 46 euros,
por lo que ya hay proyectos como Filabot que
pretenden aprovechar el consumo diario de plásticos de una casa (envases,
cajas,…) para transformarlo en cargas ABS utilizables.
Para generar el producto, la
impresora 3D debe estar conectada a un ordenador (o contar con elementos
del mismo), que le permita cargar unos diseños del mismo, normalmente archivos
de tipo CAD, que previamente nos hemos descargado, hemos comprado, o hemos
diseñado.
Las dimensiones máximas del
producto imprimible, así como las mínimas, vienen condicionadas por el
tamaño mismo de la impresora (del espacio de impresión), y la resolución a
la que es capaz de trabajar, siendo éstas las propiedades más importantes a la
hora de elegir entre una u otra impresora.
Tipos de
impresión 3D
Hay dos métodos de impresión. La estereolitografía, que se aprovecha de un material
fotopolímero (plástico sensible a la luz), con el que se imprime, y se le
somete a radiación ultravioleta, solidificándose con las capas inferiores, y la tecnología FDM de prototipado rápido, que usa el calor para
licuar la carga y expulsarla a presión en un hilo, que al salir al exterior se
solidifica con el resto de capas.
La estereolitografía tiene mayor
índice de resolución que la FDM, aunque el precio aumenta considerablemente,
por lo que se están buscando alternativas de bajo coste y gran resolución, como Form1, que salió a la luz en Kickstarter y
consiguió reunir 30 veces más de lo pedido.
Básicamente Form1 usa una
técnica de estereolitografía aplicada a los bajos costes, pasando de las
decenas de miles de euros a un precio de impresora de alrededor de 2000 euros,
simplificando al máximo la impresora (hasta el punto que solo tiene un botón).
Los resultados obtenidos son simplemente muy superiores a los de la tecnología
FDM, y a un coste semejante. Podéis ver el vídeo sobre Form1 a continuación:
Revolución de la cadena de valor de un producto
La democratización de las
impresoras 3D rompe con un modelo de negocio que ha estado vigente desde la
revolución industrial. Conforme ésta herramienta pase del ámbito geek al
masivo, trasladará las cadenas de producción de una industria a casa, siendo el
consumido capaz de incidir y supervisar cada acción, y personalizar los
productos como así desee.
Como cualquier otro mercado en
alza, ya hay todo un ecosistema económico afianzándose alrededor del
modelo que propone la industria casera,como Thingiverse,
una comunidad de diseños CAD con licencias gratuitas.
Y cada vez hay más proyectos
que basan la parte de construcción física en impresoras 3D, abaratando costes y
permitiendo su producción ajena a la industria, como WREX, del que ya hablamos hace tiempo, un exoesqueleto diseñado para niños
con enfermedades que afecten a músculos y huesos.
No quería terminar por hoy sin
hablaros de otro proyecto que me parece terriblemente interesante, y es el de aunar
la naturaleza intrínseca de los objetos con la producción en impresoras 3D. Sus
creadores, un grupo de investigación del MIT, lo ha bautizado como 4D (sigue siendo 3D, tranquilos), y
la idea es que en su propia construcción, el objeto tenga la suficiente información
para crearse a sí mismo, aplicándole una fuerza externa (como puede ser
agitarlo, o hacerlo rodar dentro de una circunferencia).
Para ello, usan esquemas de
construcción en donde los ángulos y la dirección de la proyección de la carga
son esenciales, de tal forma que el propio material con el que han sido
creados “tiende” a tomar la forma deseada. Como una imagen vale más que mil
palabras, y un vídeo más que mil imágenes, termino la entrada con la
presentación de 4D:
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